viernes, 23 de octubre de 2009

Cuenta atrás

Cuento las horas que faltan para volver a verte. Cuento los minutos. Cada segundo cuenta en el espacio y el tiempo que me separan de tu cuerpo. Horas para reencontrarte. Minutos para reconocerme en tu mirada. Segundos para percibir tu aroma. Nanosegundos para encenderme.

Quedaremos para tomar algo por ahí. Llegaré absolutamente cachonda tras haber recibido tus mensajes… “Date prisa, necesito follarte”, “Estoy tan empalmado que no sé si voy a aguantar sin hacerme una paja antes de que llegues”. Te pediré que esperes, que me esperes, que quiero que me folles con ese ansia, con esa necesidad… Cuando llegue a tu casa, estarás ya esperándome en el portal. Subirás al coche, oliendo a ganas, con aroma de sexo anticipado. “Cariño, necesito follarte… ahora”. Me comerás la boca como queriendo absorberme, mientras mis manos se deslizan desde tu cuello, por tu pecho, tocando, palpando, sobándote, hasta llegar a la certeza de tu polla dura, necesitada y ansiosa.

“Vamos al callejón, cariño”. Meto primera. Me levantas la falda. Segunda. Retiras el hilo de mi tanga. Tercera. Acaricias mi coño humedecido. Paro en un semáforo mientras uno de tus dedos me penetra con furia. “Sácate la polla”, susurró entre gemidos. Te desabrochas los botones, y la sacas, reluciente, tan apetecible. “Mira cómo me tienes, cabrona”. Miro alrededor: nadie, semáforo aún en rojo. Me desabrocho el cinturón y me lanzo entre tus piernas. Te atrapo entre mis labios y trato de metérmela entera en la boca, aunque sé que es imposible... Tan enorme, tan dura, tan gruesa… Te la mamo con ganas, con tus manos agarrándome la cabeza, hasta que me avisas de que se acercan algunos peatones…



Semáforo en verde. Iniciamos la marcha. Primera. Me desabrochas un par de botones de la camisa. Segunda. Sacas mis tetas del sujetador. Tercera. Me pellizcas los pezones, duros, pidiendo lengua. Acelero. Aceleras. Te pajeas con una mano mientras con la otra me sobas las tetas.

Llegamos al callejón, nuestro callejón del deseo. Paro el motor y apago las luces. Cuando entro en la parte de atrás, tú ya estás desnudo, acariciando tu polla y mirándome con esa cara de guarro que tanto me pone. Me siento a horcajadas sobre ti, en el asiento central. Nos besamos con furia, devorándonos la boca, me quito la camisa y el sujetador mientras muevo las caderas sobre ti, frotando mi coño con tu polla, deslizándome sobre ella, bañándola en mis jugos. Me comes las tetas, atrapándolas en cada movimiento, chupando mis pezones cada vez que mi pecho se acerca a ti…


“Déjame comerte el coño”, me pides. “No, quiero que me folles ya, que me metas la polla ahora mismo, entera, hasta el fondo”. Me retiras el tanga con una mano y con un solo movimiento de mis caderas tu polla entra en mí con una facilidad asombrosa. Hasta el fondo, sin ofrecer la mínima resistencia mi coño devora tu dureza. Abro y cierro. Atrapándote, engulléndote, con tus manos ancladas a mi culo. Reinicio el vaivén, primero despacio, lento, rico… luego rápido, más rápido, más rico…

“Para… despacio, nena, despacio. Déjame a mí…” Me echo hacia atrás entre los dos asientos delanteros, mi cuerpo completamente desnudo para ti… me siento tan excitada, tan guarra en ese momento, con tus manos acariciándome todo el cuerpo, viendo cómo te chupas los dedos, llenándolos de saliva para después posarlos sobre mi clítoris. Comenzando a acariciarlo… despacio, lento, rico… Luego rápido, más rápido, más fuerte, más rico… Me voy deshaciendo entre tus dedos, con tu polla dentro de mi coño y mi clítoris a punto de estallar. Y estallando por fin, corriéndome entre tus dedos, con la respiración agitada y gimiendo como una loca, apretando tu polla entre mis caderas, mojándola aún más…



Y entonces comienzas a follarme, con mi cuerpo echado hacia atrás, con mi espalda arqueada, aún disfrutando el escalofrío de mi orgasmo. Me agarras de las caderas y comienzas a empujarme hacia ti, apartándome, acercándome… metiendo y sacando tu polla, manejándome como a una muñeca caliente y empapada, enredando mis hilos de marioneta apasionada, bamboleándome, bombeándome, follándome poniendo esa gesto que me vuelve literalmente loca: el ceño fruncido, mordiéndote los labios… respirando cada vez más fuerte hasta que se te escapa un gemido entre los labios cuando por fin… te corres.. y entonces me reclamas de nuevo contra tu pecho, me besas suavemente los labios, tu respiración se relaja poco a poco, acompasándose al ritmo de la mía…

Y en ese momento comienza de nuevo la cuenta atrás… ese perverso recuento de las horas, los minutos, los segundos...



9 comentarios:

  1. Mmmmmmmmmmmm jajajaja no se porque pero tus relatos siempre me traen recuerdo... y me excito !

    ResponderEliminar
  2. No me extraña Eco, Lujuria tiene es tan sumamente sexy que a ver quien es el valiente que no se excita...como minimo.

    un abrazo...alucinante relato lujuria

    ResponderEliminar
  3. Eco. Me alegra que te exciten... de eso se trata ¿no?

    ResponderEliminar
  4. Deseo. ¿A tí también te ha excitado el relato? Espero que sí. ¡Gracias, guapo!

    ResponderEliminar
  5. Solo pensar en ti me pone como una burra...asi que ni te imaginas como me ponen tus relatos.

    un beso princesa

    ResponderEliminar
  6. Tremendo relato uf uf uf, a mí también me ha excitado mmmmmm que prisas, cuánto deseo, cuántas ganas diosssss

    ResponderEliminar
  7. Bufffffffffffffffff, como para que a una no se le eleve la temperatura, madre mía!!..
    La verdad es que te he encontrado por casualidad, pero lo agradezco, me ha encantado..
    Un beso muy cálido

    ResponderEliminar
  8. Niña mala... un auténtico halago tu comentario, teniendo en cuenta lo que me ponen a mí tus entradas... Besos guapa

    ResponderEliminar
  9. Gracias CalidaSirena, pásate cuando quieras y espero que sigas disfrutando. Otro beso cálido para tí.

    ResponderEliminar