Comida de trabajo

“Mañana, después de la comida de trabajo, voy a follarte en el baño”, me dijiste ayer. No puedo sacarme esas palabras de la cabeza. Nunca he follado en un sitio público e imaginarme la escena me pone a mil. Paso la mañana sin poder concentrarme en el trabajo y estoy tan empapada que tengo que refugiarme en el aseo de la oficina para aliviarme la tensión que siento entre las piernas. Las horas se me hacen eternas. Tengo hambre, hambre de tu polla.

Nos encontramos en el restaurante donde hemos quedado para comer con unos clientes. Noto cómo me humedezco aún más cuando te acercas a saludarme y noto tu polla hinchada dentro de tu pantalón. “Guapo, no sabes cómo llevo toda la mañana…” te susurro al oído. “Espero que vengas preparada”, me dices.

Pasamos al comedor, te sientas a mi lado. Mientras nuestros dos compañeros de mesa eligen los vinos, me lanzas miradas cómplices. Aprovecho ese momento para levantarme la falda y mostrarte mis medias, sujetas con ligas de silicona. Sé que te ponen y me encanta usarlas para ti, con mis tangas y mis zapatos de tacón.

 

La comida se hace eterna. Yo sólo pienso en cómo vas a follarme, excitada en la idea del sexo furtivo. Estoy tan caliente que me imagino metiéndome debajo de la mesa… Te bajaría la bragueta y sacaría tu polla, que está a punto de reventar. Comenzaría a chupártela despacio, jugando con tu glande entre mis labios, como una chica mala comiendo un chupachups, mientras tú tratarías de seguir la conversación. Después me la metería entera en la boca, aumentando el ritmo hasta que tuvieras que agarrarme la cabeza, empujándola contra tu polla, metiéndomela hasta la garganta…

 

 

Me resulta casi imposible seguir la conversación de la mesa, sólo quiero que acabe cuanto antes… Por fin llegamos a los postres y decidimos tomar el café y una copa en una cafetería cercana, un lugar tranquilo a esas horas. Cuando llegamos, la cafetería está vacía. Pedimos unos cafés y una copa, y sin tomar nada, te mando un mensaje con el móvil. “Te espero en el baño de señoras”.

Cuando llego al baño me miro al espejo. Estoy sonrojada por la excitación. Me asusta la idea de que pueda entrar alguien y eso me excita aún más. Te espero en la cabina del fondo.

No tardas en llegar. Vas directamente hasta la cabina, llegas con tu polla, enorme, dura, entre las manos. Sin mediar palabra me quitas el tanga y te bajas los pantalones. Me agacho para comerte la polla, pero me dices que no hay tiempo… que vas a follarme directamente. Me siento sobre ti, cara a cara. Tu polla entra sin ningún problema en mi coño, tan húmedo, tan acogedor, tan necesitado de tu carne. Me comes las tetas mientras me muevo despacio sobre ti. Después aceleramos el ritmo, tu polla llenando mi coño, follándome hasta el fondo… mi boca contra tu boca para evitar que nos oigan. Estás tan caliente que tardas poco en correrte. “¿Tú te has corrido?”, me preguntas. “No… no me he corrido”. Me levantas y me sientas en la taza. Te pones de rodillas en el suelo y me levantas las piernas colocándolas sobre tus hombros. Me abres con los dedos y comienzas a comerme el clítoris… Noto como tu semen aún resbala por mi culo… Me metes dos dedos en el coño mientras sigues castigándome con la lengua… rápido, fuerte, chupas, lames, muerdes, sorbes, metiéndotelo todo en la boca… Me corro enseguida tapándome la boca con una mano para no gritar.

Te levantas y te vistes deprisa. “Increíble, cariño, eres increíble”. Me besas en los labios. “Te espero fuera. No tardes”.

Me quedo sentada sobre la taza, tratando de recuperar el aliento. Me limpio con una toallita y me recompongo el maquillaje y el pelo frente al espejo. Salgo del baño fingiendo estar hablando por el móvil. Me acerco a nuestra mesa. Estás allí sentado. Me miráis los tres y volvéis a la conversación. Finalizo la llamada y me siento a tu lado. Me miras, sonriendo. “Se te habrá quedado frío el café, guapa ¿Quieres otro bien calentito? ”.