lunes, 2 de noviembre de 2009

Clases particulares (II)

(Si no has leido la primera parte, puedes hacerlo aquí)

Aquellos recuerdos… Me aparté sus manos de los ojos, me giré y me encontré con su mirada… El pelmazo de Carlos seguía usando gafas, unas gafas que le hacían tener un aspecto interesantísimo. Y lo mejor es que tras aquellas gafas seguía teniendo la misma mirada cargada de lujuria de antaño…

Yo jugueteaba con uno de mis rizos, enredándolo entre mis dedos, mientras mordisqueaba el lapicero. “Termina eso, no seas pesada”. Yo bajaba la mirada e intentaba concentrarme, pero no podía sacarme la escena del día anterior de la cabeza. Y sabía que él tampoco. Por cómo me miraba, por cómo respiraba, por cómo sus manos se movían nerviosas entre los cuadernos, por cómo se le encendían las mejillas… “Termina eso y tendrás tu premio, niña”.

Me puse como loca a hacer aquellos malditos ejercicios, me sudaban las manos y me costó un grandísimo esfuerzo concentrarme. ¿Mi premio? ¿Qué tendría reservado Carlos aquella mañana para mí?

“Están”, dije, lanzándole el cuaderno. Me miró sonriendo. Corrigió los ejercicios a la velocidad de la luz. “Bien, todo correcto. Vete rápido a cambiarte. Te espero en la piscina”.

Salí hacia la habitación como una expiración. Me quité rápidamente la ropa, mirándome al espejo. Me temblaban las piernas de la excitación. Tenía las bragas empapadas. Me puse el bikini más minúsculo que encontré en el cajón y me dirigí al jardín.

Carlos estaba en el agua, completamente desnudo. Me metí en el agua, despacio. El nadó hacia mí. “Quédate ahí, no te metas en el agua”. Me senté en el borde de la piscina, con las piernas en el agua. “Quítate el bikini, quiero verte desnuda”. Sentía mis pezones erectos y mi coñito húmedo dentro del bikini. Me deshice de las prendas con rapidez mientras él me miraba, sobándose la polla debajo del agua. Se colocó entre mis piernas y me las abrió… Se quedó mirando mi coñito depilado y comenzó a juguetear con uno de sus dedos, húmedos, entre mis labios. Pellizcaba mi clítoris, los masajeaba… bajaba el dedo rodeando mi agujerito y bajaba hasta mi culo, rozándolo apenas… Me metió un dedo en el coño. Un escalofrío me recorrió la espalda. “Qué calentita estás, y qué mojada” Comenzó a mover el dedo haciendo círculos dentro de mí, doblando el dedo, recorriendo todo mi interior. Yo palpitaba en cada movimiento, me contraía, se me cerraban las piernas, queriendo atraparlo.

 “Cómeme el coño, Carlos, por favor”, supliqué. Sacó el dedo y me abrió el coño. Metió su lengua hasta el fondo. Notaba su nariz pegada a mi clítoris. ¡Dios, qué lengua tenía Carlos! La notaba moverse, chupándome por dentro, entrando y saliendo despacio, dura, mojada… mezclando su saliva con mi humedad. Después la sacó y comenzó a comerme el clítoris con los labios y la lengua, hasta que ya no pude más y me corrí en su boca, dejándome caer hacia atrás.




Sin concederme un segundo de tregua, me cogió en brazos y me metió en el agua. “Ahora cómeme la polla, a ver cómo usas tú esa lengüita”. Se sentó en el borde de la piscina, y me colocó entre sus piernas. Agarré aquella polla erecta entre mis manos y jugueteé un poco con ella, mirándole a los ojos. “Métetela en la boca, vamos”. Obedecí y me la metí en la boca, hasta el fondo. Comencé a mover las mandíbulas en círculos, sin abrir la boca, mientras giraba mi lengua en el poco espacio que aquella polla dura me dejaba. La empapé entera con mi saliva y después comencé a mamársela, metiéndola y sacándola, apretando su glande entre mis labios.

Sentía el agua fría en mi coño, me estaba clavando el borde de la piscina en las tetas en cada movimiento pero estaba disfrutando como una zorrita comiéndome aquella polla caliente y dura… Supe que se iba a correr cuando me agarró la cabeza con las manos y empezó a follarme la boca, moviendo mi cabeza arriba y abajo como si fuera parte de su cuerpo. Y entonces me la metió hasta el fondo, casi cortándome la respiración y sentí el estallido de su semen en mi boca a la vez que él se estremecía susurrando: “Joder, joder”.



Salí del agua, limpiándome su semen de la comisura de mis labios, y me tumbé sobre él. “¿No me vas a follar?”, pregunté. Me agarró el culo y me quitó de encima, diciendo: “Tema dos, de memoria, para mañana”. Y levantándose, se dirigió hacia el salón. A los cinco minutos oí cómo se cerraba la puerta de casa.

(Continuará...)

10 comentarios:

  1. Quiero un polvo justo como ese...

    un beso preciosa.

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  2. joderrrrrrrrrrrrr que bueno. y el final alucinante.

    A tus PIES

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  3. Coño! así a ver quien no hace los deberes!! Yo quiero un profe así... mmmmm

    (Muy bien contado, me encantó)

    Besos

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  4. Sí, Deseo... no sé qué tiene el agua pero ya sea en formato hielo, piscina, mar, bañera, ducha... a mí también me pone a mil... Mmmm

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  5. Juank... me alegra que te haya gustado el final... espera a ver cómo acaba la "miniserie"... mmmmmmmmmm

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  6. Niña mala... ¿te paso el teléfono? Jejejeje

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  7. No sabes cómo me ha provocado. Yo quiero una alumna cómo tú! :P Increíble

    Un beso!

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  8. Un post delicioso.

    Enhorabuena.

    P.D: Esto me pone más que la república

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  9. Jajajaja, Gerard... para que se dé una historia así sólo hace falta una alumna muy muy obediente y un profe muy muy cachondo, con una paciencia increíble.

    Me gusta que te haya provocado y que hayas disfrutado de la historia. Besos

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  10. Gracias Ivan... Desde luego mucho más calentito que la república... Jajaja, besos.

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